¿Demasiado frío para salir de excursión? Para nada.

Ahora mismo, solo con mirar por la ventana, ya te da frío. Para mucha gente, eso es razón suficiente para quedarse en casa, calentitos y a gusto. Pero lo cierto es que las temperaturas bajo cero y la nieve también tienen su encanto cuando sales a hacer senderismo.

A mí, personalmente, me parece mágico ver la naturaleza cubierta de blanco, intacta, como recién estrenada. Nunca me canso de ese paisaje. El viento y el frío casi ni se notan… casi. Porque, seamos sinceros: a nadie le gusta quedarse helado. Pero si te preparas bien y sigues unos cuantos consejos clave, ¡no tienes por qué pasar frío!

1. No hay mal tiempo, solo ropa inadecuada

Para protegerte del frío intenso, muchos senderistas siguen el conocido principio de la cebolla. Así evitas abrigarte en exceso, algo muy común cuando pensamos en las bajas temperaturas. Hay una regla bastante popular —también entre corredores— que dice: si al empezar tienes un poco de frío, es que vas bien vestido. El movimiento se encargará de calentarte después.

El principio de la cebolla tiene una gran ventaja: te permite llevar varias capas finas que puedes quitar o poner fácilmente mientras caminas. Pero ojo: no se trata de ponerse capas al azar. Para que funcione de verdad, hay que combinarlas con cabeza. Descubre cómo lograr un buen “look cebolla”, funcional y eficaz, en esta entrada del blog: Magical winter hikes with the right equipment.

Y algo que no debes olvidar: llevar gorro o una cinta para la cabeza. Se calcula que perdemos hasta un 30 % del calor corporal por ahí. Si tienes la cabeza fría, lo nota todo el cuerpo. Por eso, es más inteligente ponerte primero un gorro que añadir otra capa más al cuerpo. Eso sí, elige bien el material: los gorros de lana, por ejemplo, pueden picar bastante, sobre todo si se mojan.

2. Mantener los pies calientes y secos

¿Hay algo más desagradable que llevar los pies mojados mientras haces senderismo? Yo creo que no. Y no solo por la incomodidad: la humedad puede hacer que te salgan ampollas en un abrir y cerrar de ojos. Pero no tiene por qué llegar a ese punto. Si sigues estos consejos al pie de la letra, la humedad no tendrá ninguna oportunidad:

  • El calzado debe estar bien aislado y forrado, por ejemplo, con forro de piel de cordero.
  • Lo ideal es usar botas de caña alta, que protegen mejor frente a la nieve y la lluvia. Si solo tienes calzado de verano, una buena alternativa son unas polainas. Cuestan unos 20 € y no solo impiden que entre la humedad, sino que también ayudan a expulsar el sudor.
  • Las plantillas térmicas pueden marcar la diferencia a la hora de mantener el calor. Lo mismo ocurre con los calcetines bien aislados, pero ten cuidado: si son demasiado gruesos y no dejas espacio suficiente dentro de la bota, los dedos se enfrían antes. Tiene que haber margen para que circule el aire.
  • Un pequeño gesto con gran efecto: impermeabiliza tus botas. No te llevará mucho tiempo y puede hacer que tu experiencia de senderismo invernal sea infinitamente más cómoda.

3. Protección solar: también en la nieve

Muchas veces nos olvidamos de la protección solar cuando hace frío. Pero no hay que subestimarla, especialmente en la nieve, ya que esta refleja la luz del sol y potencia su efecto. Así que sí: también hay que ponerse crema solar en invierno. Ahora bien, no sirve cualquier crema. No basta con sacar del cajón el bote que sobró del verano en la playa. Las cremas solares convencionales suelen tener un alto contenido en agua, y eso puede jugar en tu contra: con temperaturas bajas, el agua puede congelarse sobre la piel y dañarla.

Afortunadamente, existen cremas solares especialmente grasas diseñadas para el invierno. Estas protegen la piel del sol y, al mismo tiempo, del frío extremo.

4. Protege tu smartphone del frío

Los smartphones y las temperaturas bajo cero no se llevan nada bien. Al igual que nosotros, los móviles también tienen su “zona de confort térmica”. Puede que a ti también te haya pasado: la pantalla deja de funcionar bien, la batería se agota a toda velocidad o, directamente, el móvil se apaga de repente. A mí me pasó hace unos días mientras corría. Fue bastante frustrante, porque quería escuchar música y registrar mi ruta. Y mucha gente utiliza aplicaciones como Komoot para hacer senderismo. Una pena cuando la tecnología te falla justo cuando más la necesitas.

¿Qué puedes hacer?

Pues lo mismo que nos ayuda a los humanos: abrigarnos bien. Una funda térmica (antes conocida como “calcetín para el móvil”) puede proteger tu smartphone del frío.

También puede ser útil llevar el teléfono lo más cerca posible del cuerpo, por ejemplo, en un bolsillo interior.

Y si no necesitas el smartphone, déjalo ahí. Sácalo solo cuando realmente lo necesites. Los móviles también son sensibles a los cambios bruscos de temperatura. Esto se debe a que el contraste entre el frío y el calor puede generar condensación, lo que podría dañar el dispositivo de forma permanente. Si entras en una habitación caliente tras estar fuera, deja el móvil en el bolso durante un rato antes de sacarlo y usarlo.

5. Haz pausas, pero ¿cómo?

Las pausas son importantes. Sin embargo, con temperaturas bajo cero, es fácil acabando saltándose alguna. Al fin y al cabo, uno se enfría en pocos minutos si deja de moverse, y no siempre es fácil encontrar un lugar cómodo donde sentarse.

“Tomarse un descanso es el factor de productividad más subestimado”.

Mi consejo: haz muchas pausas, pero más cortas, para evitar enfriarte. También es muy útil llevar un cojín aislante para sentarse. Por suerte, son ligeros, no ocupan casi espacio en la mochila y marcan la diferencia.

Y si en algún momento las circunstancias lo permiten, ¿por qué no hacer una parada en algún local? Un restaurante o cafetería puede ser tu oasis invernal: entras en calor, recargas energías y te das un capricho con una buena comida caliente.

6. El refuerzo es imprescindible, sobre todo cuando hace frío

Siguiendo con el tema de las pausas: llevar buenas provisiones es fundamental, especialmente en invierno. Lo que sueles llevar en tus excursiones de verano puede quedarse corto cuando bajan las temperaturas. Ten en cuenta que el cuerpo consume más energía para mantenerse caliente, y caminar sobre nieve o hielo también requiere un esfuerzo mayor.

Por supuesto, cada persona es un mundo. Lo ideal es que pruebes qué cantidad necesitas en tus entrenamientos. Pero mejor no te la juegues: lleva algún tentempié extra por si acaso, sobre todo para el tramo final de la ruta, cuando el cuerpo ya va más justo de energía.

Por cierto: ¿ha probado ya nuestras barritas energéticas? Tenemos dos recetas fáciles y deliciosas que no te puedes perder.

7. Ajustar la duración del recorrido

Las excursiones por la nieve son siempre una experiencia especial, pero también pueden ser bastante exigentes físicamente. Caminar entre masas de nieve —sobre todo si está recién caída— requiere más esfuerzo del habitual. Un recorrido de 10 km puede sentirse tan agotador como uno de 15 km en condiciones normales.

Por supuesto, todo depende de tu nivel de forma física, del desnivel del terreno y de cuántas pausas hagas. Aun así, merece la pena tener en cuenta ese esfuerzo extra y planificar con antelación una ruta alternativa, por si acaso. Y más todavía en invierno, cuando los días son mucho más cortos y la luz desaparece antes de lo esperado.

Así que, si lo que quieres es disfrutar de una excursión de un solo día sin que te pille la oscuridad, mejor no apures demasiado con la distancia. El senderismo no entiende de estaciones, siempre que te prepares bien. Y si en algún momento te descubres refunfuñando mientras estás tiritando, quizá esta frase te ayude:

“Cuando tengas frío, estés mojado o dolorido… Recuerda que no todo el mundo puede salir de excursión”.

¿Tienes algún otro buen consejo para protegerte del frío? ¡Cuéntanoslo en los comentarios!

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